Ignoran
la llamada que enmudece la manada,
el baile del cuerpo bullicioso.
Velocidades y temperaturas
se queman
cortando el alma del inquieto.
Devengo lobo, lobo entre lobos,
sangre violeta.
Tu diván,
crece alrededor de tu neurosis,
hombre o mujer de silencios convulsos,
Guillotina, ciega razón,
aullido fuerte y
poderoso.
Es la hora.
Eres rápido, estratega y astuto.
Ya no hay piedad.
Lames la noche entre los cristales
rotos del tiempo.
Eres el miedo de los caminos,
la mirada de los siglos,
el oído lejano,
el pensamiento que revienta
y se desparrama
amarillo
sobre Central Park.
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