Magnifico día.
Brilla el sol. Apenas recuerdas la carta que recibiste ayer, el motivo que te
trae hasta aquí.
El poeta Marcos
Ana dijo una vez que el humor y el drama caminan de la mano, tú crees que el
humor no es humor ni el drama es drama si no tienen una esquirla el uno del
otro, si no se invaden levemente.
También crees
que cada uno debería poder morir en su cama, con el calor de la leche con malta
bajándote por la garganta y los pasos casi descalzos de quien alguna vez te
avisó de que tenías un trozo de lechuga entre los dientes.
¿Y si es verdad eso
de que la ley viene con una sentencia siempre?, ¿que alguien tiene que ejecutar
esa sentencia?
Detener una
vida.
Como un dios
minúsculo injustamente nombrado por un tribunal hecho de primeras necesidades.
Mañana atravesarás
esa sala de la que escuchaste decir que siempre sale un alma menos ¿o quizá
sean dos?
Esa presencia
que se deshace en el batir de mil miradas no podrá distinguir en calidad de qué
has entrado, con tus pies describiendo una torpe rúbrica, atropellada y ruidosa,
lengua de trapo impregnada de angustia y de última madrugada.
No importa de
qué lado de la muerte estés.
Cuando todo haya
terminado sabrás que estás condenado a muerte de por vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario