miércoles, 27 de agosto de 2014

La soledad del corredor de fondo. (Tony Richardson).

Audrey en la playa, tumbada cerca de él, observaba cómo juntaba arena húmeda con  las manos y le decía que tampoco entendía nada de la vida, que sólo quería vivir.

Ahora, que creo que todos, alguna vez, hemos juntado arena, roto hojitas de hierba o desplazado piedrecitas hasta un agujero, nunca, en realidad, se nos ha echado encima un alud de tierra y hojas secas que urgue en nuestros minúsculos planes regocijandose de agusanarlos, con esa risa malsana, ese grito que se aleja en la noche, ese " nunca más".

Y sus hermanos, y su madre, y el tipo de al lado, y la imagen de su padre, y la policia...

No lo merecen, no lo merecen.

Allí se deforma la realidad que una vez se vivió. ¿Se deforma?¿Acaso se ve todo más claro?

Con el pensamiento limpido, la sangre que fluye en cada entrenamiento, sangre nueva, sangre líquida y renovada, la tela que hay en la mirada se retira.

No lo merecen, no lo merecen.

¿De qué lado estás?

De igual manera acabarás dentro de una ratonera, muerto de hambre o atrapado entre los hierros de una trampa, pero tu propia guerra ya la has ganado, por eso sonríes, igual que la réplica de Morris en la fuga de Alcatraz, con esa sonrisa opaca e indiferente,satisfecha, llena de segundos...

Sólo el que entiende sabe, y cuando las miradas se cruzan en ese momento, ya detenido, ya sobrepasado, ese momento...

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