“ La noche del cabo revelada en
un inmenso radar...” J.D.
También se había sentido así alguna vez, pero no quería admitirlo, porque su relación era perfecta, aunque dudaba si se encontraban en algún punto suprahumano entre los que no se ven y los que se ven demasiado.
Pero esa habitación vacía... En
realidad, conteniendo dos trayectos circulares, que eran sus pasos
sobre sus pasos, que eran sus dos mentes disonantes, sus dos
monólogos divergentes...
A su alrededor tantas personas que ya no se veían, ejemplos cercanos que amenazaban en los sueños, que se habían quedado totalmente a oscuras, ellos, tan a la luz del día.
Si tú cruzas, yo cruzo, se decían, y siempre cruzaban, siempre cruzaban...
Tenían el color especial de las ojeras y el abatimiento, la rabia que evocaba momentos pasados, entre la nieve y el sudor. Entre todas esas líneas desordenadas, se buscaban en la densidad de la noche, encontrándose, a veces tristes y sin mediar palabra, con la estructura sonriente y el velo medio caído.
Calle arriba, Michel cae abatido por un tiro, Patricia le mira de pie sin derramar una sola lágrima, sin saber qué debe pensar de todo aquéllo, tal vez con la cabeza demasiado agotada.
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